La negativa del gobierno nacional a modificar los plazos de preparación, presentación y aprobación de los planes de desarrollo municipal, con ocasión de la crisis social, económica y ecología declarada por el mismo, originará que los planes de desarrollo que se van a aprobar en unos días, se conviertan en documentos de mero trámite y peso marginal en la orientación de la gestión de los gobernantes en el próximo cuatrenio.

Al revisar los proyectos de plan de desarrollo del Departamento y del Municipio que están próximos a ser presentados para su discusión y aprobación en la asamblea y el concejo de Ibagué, se observa que ellos no consultan mínimamente siquiera, la principal variable a la que quedaron expuestos los gobiernos a la hora de planear el futuro de las acciones que proponen en el cuatrenio: El COVID -19.

La ceguera del gobierno nacional que ordenó seguir adelante con la elaboración de los planes, ocasionará entonces que los que se aprueben, describan la situación fáctica de un departamento y unos municipios muy distintos a aquellos que dejará la pandemia el día en que mas tarde que temprano cesen sus efectos, si es que puede hablarse de que ello llegue a ocurrir.

Las finanzas de las entidades territoriales no se parecerán en lo más mínimo al comportamiento histórico de las mismas, las empresas retendrán la escasa liquidez y privilegiarán pagos más urgentes que los impuestos territoriales a la hora de comprometer la caja maltrecha, los profesionales independientes recibirán un impacto que resentirá su participación en la economía, en el consumo y en la tributación y que decir del empleo que ya era un cáncer que venía haciendo metástasis en la ciudad y en el departamento antes de empezar la crisis.

El uso en la atención de la crisis de las rentas de destinación específica autorizadas por la nación, dejará sin financiación compromisos locales con la niñez, la tercera edad y otros grupos de alta vulnerabilidad.

Lo más sensato habría sido esperar el desarrollo de la situación de emergencia y planear sobre la realidad de los escombros, de la economía, la salud y el empleo; pero se prefirió en las altas esferas del Estado, cumplir con el ritual de debatir planes de desarrollo aplicables a municipios y departamentos que cambiaron totalmente en treinta días y para peor.

Desde ya debemos plantear los verdaderos debates del desarrollo del departamento y su capital. ¿Serán ciertamente realizables las obras de infraestructura vial que se habían propuesto y prometido? ¿El endeudamiento de las entidades deberá dedicarse a la ejecución de obras públicas o a cubrir el roto en las finanzas que origina la utilización de recursos de destinación exclusiva y la baja recaudación de impuestos que se avecina? ¿Dejó pasar la ciudad el bus de los recursos para la recuperación de los escenarios de los juegos nacionales o podrán en este nuevo escenario llevarse a cabo esas inversiones? ¿Qué medidas de alivio efectivo pueden proponerse en el plan de desarrollo para la recuperación económica y la protección del tejido empresarial duramente golpeado por la crisis?

Propongo desde ya, que nos pongamos a construir el verdadero plan de desarrollo en el departamento y los municipios del Tolima, uno que identifique nuestra realidad actual en medio de la pandemia y señale en forma coherente y técnica la forma en que vamos a salir de la situación en la que nos deja el CONVID – 19.

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